----En un mundo desigual, tremendamente desigual, apelar a la libre competencia es inmoral, es una tremenda injusticia y un posicionamiento descarado a favor de los más fuertes. Las tarifas mínimas son para los autónomos transportistas como el salario mínimo para los asalariados: irrenunciables para poder vivir.
----Es inmoral hacer que el coste de la crisis lo paguen los más débiles dejado a salvo la competitividad y los márgenes de beneficios de las grandes empresas productoras y distribuidoras. Esto es lo que se propicia cuando no se establecen mecanismos para que las tarifas mínimas del transporte, calculadas por el Observatorio Costes del Ministerio de Fomento, sean realmente aplicadas y respetadas, como sucede con el SALARIO MINIMO, del resto de los trabajadores, porque la inmensa mayoría de los transportistas, a los que falazmente se les denomina “empresas de transporte” no son sino una especie de "TRABAJADOR-EMPRESARIO-AUTÓNOMO" muchísimo más desprotegido que el resto de los trabajadores enmarcados de una u otra forma en el Estatuto de los Trabajadores.
----Cuando los costes suben todos hemos de asumir que somos más pobres, pero no solo los más débiles dejando a salvo los márgenes de los que siempre se han llevado la "tajada del león". El gobierno al no garantizar cohercitivamente las tarifas mínimas calculadas sobre costes objetivos ha tomado la via de compensar las evidentes pérdidas de los sectores afectados con cargo al presupuesto público (rebajas fiscales, seguridad social, ayudas al abandono del sector, etc.), es decir, con el dinero de todos, dejando de atajar el problema: que los pequeños agricultores, transportistas o pescadores puedan repercutir sus costes, blindando con ello la productividad y los márgenes de beneficios de los de siempre.
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