Evangelio en la calle
Hay muchas razones para indignarse en estos tiempos que nos ha tocado vivir. Seguramente en todos los tiempos ha habido razones y las habrá para el enfado y protesta, pero parece como si ahora el aire se moviera tan corrompido que esté creando una forma de vivir altamente deshumanizada y deshumanizadora dando mayor impulso a la indignación.
“¡Ay de vosotros, maestros de la ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia! No habéis entrado vosotros, y a los que querían entrar se lo habéis impedido” (Lucas 11, 52). ¿Cómo es posible que los que tienen la llave de la ciencia se dediquen a entretener con el morbo y el circo para ocultar los verdaderos problemas humanos?
“¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la pimienta y de todo lo demás, y descuidáis la justicia y el amor de Dios!” (Lucas 11, 42). Este lamento evangélico viene como anillo al dedo a un mundo que no lucha por la justicia frente a tanta injusticia y que, sin embargo, está preocupado por cuatro famosos que viven del cuento.
“¡Ay de vosotros, fariseos, que os gusta ocupar los primeros puestos en las sinagogas y que os saluden en las plazas!” (Lucas 11, 43). Buscar los primeros cargos siendo todo lo agresivo y soberbio que fuera preciso para tener un sueldo por encima de los demás está bien visto. Servir, luchar, ser solidario y entregar tu vida es de tontos.
“Ay de vosotros, maestros de la ley fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados: por fuera parecéis bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre” (Mateo 23, 27). ¿A dónde está llegando una sociedad que se preocupa más (a la hora de preparar una celebración o conferencia o mitin) de las apariencias que del contenido?
Por todo esto y mucho más decimos: ¡Indignaos! Este grito, gracias a Dios, está resonando con fuerza y entronca con los hechos y vida del profeta Jesús de Nazaret, el Cristo de la fe y de su mensaje.
“¡Ay de vosotros, maestros de la ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia! No habéis entrado vosotros, y a los que querían entrar se lo habéis impedido” (Lucas 11, 52). ¿Cómo es posible que los que tienen la llave de la ciencia se dediquen a entretener con el morbo y el circo para ocultar los verdaderos problemas humanos?
“¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la menta, de la pimienta y de todo lo demás, y descuidáis la justicia y el amor de Dios!” (Lucas 11, 42). Este lamento evangélico viene como anillo al dedo a un mundo que no lucha por la justicia frente a tanta injusticia y que, sin embargo, está preocupado por cuatro famosos que viven del cuento.
“¡Ay de vosotros, fariseos, que os gusta ocupar los primeros puestos en las sinagogas y que os saluden en las plazas!” (Lucas 11, 43). Buscar los primeros cargos siendo todo lo agresivo y soberbio que fuera preciso para tener un sueldo por encima de los demás está bien visto. Servir, luchar, ser solidario y entregar tu vida es de tontos.
“Ay de vosotros, maestros de la ley fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados: por fuera parecéis bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre” (Mateo 23, 27). ¿A dónde está llegando una sociedad que se preocupa más (a la hora de preparar una celebración o conferencia o mitin) de las apariencias que del contenido?
Por todo esto y mucho más decimos: ¡Indignaos! Este grito, gracias a Dios, está resonando con fuerza y entronca con los hechos y vida del profeta Jesús de Nazaret, el Cristo de la fe y de su mensaje.
Antonio Hernández Carrillo
¡TU! numero 131
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