miércoles, noviembre 16, 2011

La fuerza de la debilidad



Evangelio en la calle
  
  
“Cuando soy débil, entonces soy fuerte” (II Corintios 12, 10) es de las frases de la Biblia, en este caso, del Apóstol Pablo, que impacta, desconcierta y que, desde esa situación de indigencia, introduce en el corazón de Dios, de la propia vida y de la vida de los otros y lleva a preguntar repetidas veces: ¿Cuándo somos débiles y cuándo fuertes?.

Mientras se va buscando la respuesta (¿casi imposible?) viene a la memoria aquella familia a la que las ganas de vivir le brotan de la hija postrada en la cama hace más de doce años, aquella madre con tres hijos parados buscando la vida con una capacidad increíble y aquel hermano enfermo que dice que ahora es cuando está fuerte. También el recuerdo te lleva, por la ley de la contradicción, a los que se creen guapos, ricos y fuertes ¡Qué lástima!

Volviendo al texto citado, Pablo dice a los cristianos de Corinto que la impotencia y debilidad son parte esencial del proyecto de Dios. Pero el apóstol no es un masoquista, él quiere reproducir en sí mismo la debilidad de Jesús de Nazaret para que resplandezca la fuerza de la Resurrección del Señor.

La frase lleva consigo una gran carga de humildad y humanidad, hace relación a la pobreza que todo ser humano lleva en su interior, da fuerza para confiar en Dios y en el prójimo, hace saber que la indigencia es la puerta de la salvación y ayuda misteriosamente a tomar conciencia de que la única fuerza revolucionaria viene de la debilidad.

¿Acaso no fue la cruz el camino de la vida? ¿Acaso en estos tiempos la salvación va a venir de los fuertes?

Siempre los débiles son los artífices de la nueva vida. Eso sí: los débiles responsables y no los aborregados y alienados por tantas pamplinas.

Por eso, el Señor sigue diciendo: “Te basta mi gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad…para que habite en tí la fuerza de Cristo” (II Corintios 12, 9).



Antonio Hernández Carrillo
¡TU! numero 133

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