jueves, mayo 05, 2016

DAR ÁNIMO A LOS SIN TRABAJO Y PRECARIOS

 Evangelio en la calle



Nos estamos acostumbrando a  noticias como ésta: 6.640 parados se presentan a unos cuantos puestos de trabajo que, además, tienen un carácter provisional; o como ésta otra: a pesar del llenazo de turistas durante las fiesta últimas, el paro en nuestra ciudad sigue subiendo. En definitiva, vamos viendo como normal que una parte considerable de nuestros vecinos no tengan trabajo y que otra parte lo haga los fines de semana o por la noche en pésimas condiciones: Están a nuestro lado y son de los nuestros.


¿Qué hacemos nosotros? ¿Qué hace nuestra Iglesia? ¿Qué hacen nuestros vecinos? No podemos huir de la historia de cada día, de la realidad, no podemos hacer dejación de lo más nuestro. Porque tocar el paro o la precariedad es tocar la dignidad humana y es romper toda esperanza para la humanidad. El pueblo tiene que ver alguna luz: “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande, a los que habitaban en una región de sombra de muerte una luz les brilló” (Mt. 4, 16).




Las palabras de Jesús de Nazaret son palabras de ánimo y esperanza: “Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré” (Mt. 11,28) o “al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abatidos como ovejas sin pastor” (Mt. 9,36).


La ausencia de trabajo y la precariedad tienen más alcance del que parece. Tocan los cimientos de esta sociedad. Ya no valen los parches. Son necesarios militantes que luchen por otra sociedad, al mismo tiempo, que vayan sembrando ánimo a los sin trabajo y precarios haciéndose carne en su propia carne.


Antonio Hernández-Carrillo
 "TU" número 170


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