lunes, marzo 05, 2018

RENTAS BÁSICAS Y TRABAJO

Nuestra opinión en papel



   En una valoración de las propuestas sobre rentas básicas, el economista Enrique Lluch Frechina concluye: «El análisis desde la Doctrina Social de la Iglesia nos lleva a ver que los esquemas de rentas no condicionadas pueden ser un buen instrumento para priorizar a los más desfavorecidos y lograr que todos tengan al menos lo suficiente. Para ello es necesario que, a partir de los principios del bien común, del destino universal de los bienes y de la exigencia de justicia social, la prioridad económica deje de ser tener más para pasar a ser que todos tengan al menos lo suficiente». En la HOAC compartimos este planteamiento.

   Entendemos que es necesario y urgente modificar el objetivo social. Lo prioritario debe ser que todos dispongan de lo suficiente para vivir dignamente. Hay que pasar de políticas que lo fían todo al crecimiento económico a otras que se centren en dos objetivos que no deberíamos separar: por una parte, políticas dirigidas a garantizar ingresos mínimos para todos; y, por otro, políticas dirigidas a ofrecer, a todas las personas con capacidad de hacerlo, la posibilidad real y efectiva de colaborar con su trabajo a la construcción de la vida social. En ocasiones podrá ser a través del empleo, del trabajo remunerado, en otras lo será a través de trabajos no remunerados pero necesarios para la vida familiar y social; trabajos que necesitamos crecer en reconocer y valorar como tales.

   Se trata de dos necesidades básicas de las personas, las familias y la sociedad. Las personas necesitan unos ingresos mínimos para vivir, pero también trabajar, poder aportar sus capacidades a los demás y a la vida social. Son condiciones básicas para desarrollar nuestra humanidad. Las familias necesitan unos bienes básicos para desarrollarse como tales y necesitan cuidar la vida con el trabajo. La sociedad necesita incluir a todos y contar con la aportación de todos. Son dos necesidades exigidas por el bien común y la justicia social. Una distribución mucho más justa de la riqueza social, sin excluidos, y el desarrollo de nuestras capacidades a través del trabajo, se necesitan mutuamente.

   Este cambio de objetivo social es necesario para el presente y el futuro humano de nuestra sociedad. Porque la situación que vivimos no es algo coyuntural, sino un componente estructural de un modelo económico, social y laboral que genera cada vez más desigualdades. Un modelo que está haciendo crónica la pobreza y la exclusión, en el que el empleo que genera el crecimiento económico es insuficiente y extremadamente precario en muchos casos, de tal forma que crecen las personas con empleo en situación de pobreza, y el empleo ya no es para todos camino de integración social. Garantizar unos ingresos mínimos es, además, un medio importante para caminar hacia un trabajo digno, porque con frecuencia se imponen condiciones indecentes de empleo aprovechando la extrema necesidad de las personas. Es necesario porque la primera responsabilidad de la sociedad, y en ella del Estado a su servicio, es atender las necesidades de las personas.

   La Iglesia, servidora de los pobres y de la dignidad de la persona por fidelidad al Evangelio, deberíamos poner todo nuestro empeño en colaborar a este necesario cambio de los objetivos sociales. Muy particularmente contribuyendo al imprescindible cambio de mentalidad que nos ayude a caminar en esa dirección, fundamental para una sociedad justa y fraterna


Carmelo Donado Campos
Presidente de la Hoac de Granada
Publicado en Ideal de Granada ( 04/03/18)


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