martes, julio 17, 2018

La capacidad transformadora de lo cotidano


Nuestra opinión en papel



¿Cuántas veces nos hemos preguntado cómo es posible que a pesar de las luchas, de las manifestaciones, de las horas y de los esfuerzos dedicados a fondo perdido en el sindicato, en el partido, en la asociación, pareciera que nada cambia? ¿Cómo es posible que el empeño desarrollado durante años por mucha gente buena y sacrificada da la impresión de que poco incide en el cambio de las estructuras, empresas, instituciones, … que por el contrario continúan en sus trece, al servicio de los grandes intereses, descartando cada vez a más personas?

Muchas son las razones que se pueden aducir para tratar de explicar estas apreciaciones, sin embargo yo quisiera fijarme en una concreta de ellas: ¿no será que lo que construimos “a plena luz del día” con voluntad, esfuerzo y conciencia lo deshacemos “por la noche” con nuestros propios hábitos cuasi inconscientes, económicos y sociales? Es decir, ¿no será que en el fondo nos falta coherencia militante entre lo que defendemos públicamente y que luego hacemos en el ámbito privado? y como consecuencia ¿no terminamos haciendo el mal que aborrecemos en lugar del bien que anhelamos? (Rom.7,19)

¡Cuánto daño hacen estas pequeñas incoherencias nuestras, en lo cotidiano de nuestras vidas de personas normales y corrientes! No caemos en la cuenta del enorme potencial transformador que la agregación de millones de insignificantes decisiones económicas y sociales termina provocando. Por ello la Iglesia nos recuerda que “es bueno que las personas se den cuenta de que comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico.” (Caritas in veritate,66), y que “Las mismas reflexiones deben hacerse en relación a la gestión de los propios ahorros, dirigiéndolos, por ejemplo, hacia aquellas empresas que operan con criterios claros, inspirados en una ética respetuosa del hombre entero y de todos los hombres y en un horizonte de responsabilidad social” (Documento del Vaticano Oeconomicae et pecuniariae quaestiones,33)

Si la coherencia es fundamental en todas las facetas de nuestra vida, lograr que esta también abarque el universo de nuestras pequeñas decisiones económicas, es hoy, más que nunca, la verdadera prueba de que vamos en serio en nuestro empeño por construir una realidad más humana. A esta tarea estamos todos invitados y como militantes de HOAC especialmente llamados a reflexionar “… ahora sobre lo que tenemos y sobre nuestro consumo, qué uso hacemos de nuestros bienes, hacia qué o quién van dirigidos, qué o quién se beneficia de lo que vamos adquiriendo. Reflexionemos también sobre nuestro ahorro. Lo que comemos, lo que llevamos puesto, lo que conducimos, nuestro banco, la energía que consumimos, a qué dedicamos nuestro tiempo... todo refleja las opciones que hemos ido tomando en nuestra vida.” (La comunión de bienes con el mundo obrero empobrecido, Noticias Obreras, nov. 2017)

Para construir comunión hemos de alinear nuestros hábitos económicos con nuestras ideas y cuando así lo hacemos influimos decisivamente en dos direcciones importantísimas para hacer verdad lo que pretendemos. Por un lado, estamos apoyando proyectos y empresas verdaderamente transformadoras que podemos encontrar hoy en casi todos los ámbitos. Pero además, estamos lanzando un mensaje a la “economía convencional” que sin duda va a captar y que más tarde o más temprano le hará cambiar en su empeño de que estos trasvases de demanda no terminen impactando significativamente en sus cuentas de resultados.

Miguel Salinas Donaire
Militante de la Hoac de Granada
Publicado en Ideal de Granada ( 11/07/18)
y reproducido en www.hoac.es


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