"La Esperanza moviliza"
Muchos de los
lectores habrán tenido la experiencia de una enfermedad grave en algún familiar,
que hizo que los suyos se movilizaran en
busca una de respuesta esperanzadora. Pues bien, algo de eso nos está
ocurriendo en estos momentos. Nuestra sociedad está enferma. La economía
financiera y los poderosos nos han metido en una falsa crisis, que sólo busca incrementar
el dinero en menos manos a cualquier precio, sin importarles para nada la necesidades
de las personas, ni de las familias, sólo les vale el ¡don dinero!, de ahí las
medidas impuestas a los gobiernos para que flexibilicen el mercado laboral, las
facilidades dadas a los bancos y las negativas para los préstamos a pequeños empresarios, trabajadores y
familias obreras para que puedan subsistir. Es tal su afán de lucro, que les
expropian hasta sus viviendas compradas con el salario ganado por su trabajo,
pasando de ser propietarios a deudores para toda su vida.
Pero en medio de
tanto sufrimiento, también hay signos de esperanza que ponen ante nuestros
ojos, que otro mundo es posible, que no hemos de aceptar con resignación las
directrices de estos mandatarios, ni las formas en que nos organizan la
sociedad. Cuando los parados se asocian para luchar conjuntamente por su
derecho al trabajo, o un barrio se une en torno a una plataforma ciudadana (como
las de la zona norte, o pueblos del
metropolitano), cuando los inmigrantes lo hacen para apoyarse e ir resolviendo
sus problemas, los jóvenes se comprometen en el cambio, los partidos políticos
y los sindicatos se ponen al servicio de las necesidades de los ciudadanos y
trabajadores, o van surgiendo por todas las provincias plataformas contra la
crisis, o como ya, existe una banca ética, son algunas manifestaciones de que
algo está cambiando y moviéndose, y lo que hace un tiempo era imposible, hoy ya
es realidad. La esperanza moviliza. El futuro pertenece a todos y debemos
trabajar por él. Construirlo entre todos ennoblece al ser humano.
Romper el
individualismo, trabajar junto con otros construyendo tejido social, poner de
manifiesto los problemas que vivimos, las causas que los provocan y a los
responsables de estas situaciones, vivir desde otros valores como el servicio,
la gratuidad, la honestidad, la responsabilidad e irlos implantando en el
ámbito familiar, laboral, en la relaciones sociales, en la economía, en la
política, en la vida sindical, es aparentemente algo insignificante, pero
cuanta vida crea a su alrededor, es construir humanidad, es poner en práctica el espíritu de las Bienaventuranzas, es trabajar por la justicia y la dignidad
de las personas, es comprometerse en la construcción de un mundo, donde todos
los seres humanos tengan cabida sin distinción de raza, sexo o edad, es
colaborar a que el ser humano pueda desarrollarse en plenitud; y esto sólo será
posible si hay hombres y mujeres dispuestos a salir de la resignación que nos
imponen a través de la cultura dominante, se rebelan (o indignan, como dice
Stephane Hessel), y trabajando con otros, van sembrando semillas de esperanza a
su alrededor, haciendo visible que hoy podemos vivir con más justicia social,
con menos cosas inútiles, pero con más felicidad, y esto si que es
revolucionario, porque terminaría rompiendo y dando al traste con esa economía
de mercado que nos impone su ley.
Mª José Rodríguez Moreno
Enviado a el "Ideal de Granada" el 24-4-2011
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