Estimados/as compañeros/as:
Varios profesores de la Universidad de Almería nos hemos ofrecido para dar conferencias y clases en la concentración de "indignados" que se está llevando a cabo en nuestra ciudad.
Varios profesores de la Universidad de Almería nos hemos ofrecido para dar conferencias y clases en la concentración de "indignados" que se está llevando a cabo en nuestra ciudad.
Os paso un resumen de la intervención que realizaré esta tarde, tras la
asamblea y os animo a seguir luchando y participando en esta esperanza.
Miguel Ángel Luque Mateo
Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Almería
Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Almería
"INDIGNACIÓN Y REACCIÓN FRENTE A LAS MENTIRAS DE LA CRISIS"
"Ha llegado el momento de tomar «decisiones valientes» para salir de la crisis. Hay que seguir recortando los gastos sociales, educativos y de investigación, disminuir las partidas sanitarias, paralizar la inversión pública, congelar las pensiones, rebajar el sueldo de los funcionarios, abaratar el despido, descafeinar la negociación colectiva, aumentar la edad de jubilación, destinar menos dinero a las personas dependientes y subir los impuestos. Todo ello, para reducir el déficit público como exige Europa y dar confianza a los mercados". Este es el discurso que desde las instancias gubernamentales, las instituciones y los medios de comunicación nos quieren imponer.
En las siguientes líneas expongo una visión distinta de la situación. Para ello, responderé a dos preguntas: 1ª ¿por qué tenemos un déficit público tan elevado? y 2ª ¿es justa la subida de impuestos? Por último, señalaré varias vías de solución, desde la justicia.
Comenzando por la primera, diré que el alto nivel de endeudamiento de los
Estados como el nuestro es consecuencia, en gran medida, de las millonarias
ayudas públicas al sistema financiero otorgadas a escala mundial. Recordemos
que, en 2008, España creó el Fondo de Adquisición de Activos Financieros para
comprar a los bancos unos supuestos activos "no tóxicos", por valor
de 50.000 millones de euros; que, en 2009, se aprobó la creación del Fondo de
Ordenación y Regulación Bancaria para sufragar, principalmente, los costes de
las actuales fusiones e intervenciones de las cajas de ahorros, por un importe
de 90.000 millones de euros y que, adicionalmente, se han aprobado avales al
sistema financiero por importe de 334.800 millones de euros para garantizar sus
operaciones financieras (esto último no debe confundirse con el fondo de
garantía de depósitos para los ciudadanos). Todo ello se ha realizado con el
beneplácito de la
Comisión Europea, el Banco Mundial, el FMI, el Banco de
España y el voto, casi unánime, del Parlamento español. En total, contando los
avales, se ha aprobado la posibilidad de otorgar ayudas públicas a este sector
por un importe de474.800 millones de euros (aunque la ministra de Economía y Hacienda declaró
que sólo se han utilizado unos 100.000 millones EUR), cifra muy alejada de los
2.300 millones que costaba el cheque bebé o los 1.500 millones EUR que ahorró
la congelación de las pensiones.
Lógicamente, el Tesoro Público no disponía de ese dinero para dárselo a la
banca. ¿De dónde ha salido entonces?. Pues de la emisión de Deuda Pública
(letras del tesoro, bonos y obligaciones del Estado), que, en definitiva,
consiste en pedir dinero prestado, con el consiguiente aumento de nuestro nivel
de endeudamiento. Piénsese que,
en los tres últimos años, se ha incrementado la deuda española en circulación
en 200.000 millones EUR.
Paralelamente a lo anterior, se nos suben los tributos, lo que parecería estar
en sintonía con los Estados del bienestar más avanzados, que no es nuestro
caso.
No obstante, entrando ya a responder la segunda cuestión planteada en esta
exposición, diré que no todos los impuestos son igual de justos. Hay algunos
que, por regla general, hacen pagar más a los ricos (los directos, que recaen
sobre la obtención de renta, los beneficios y la posesión de patrimonios) y
otros que, normalmente, no respetan tanto la capacidad económica (los
indirectos, más centrados en el consumo). Pues bien, en España y algún otro
país de la UE, se
están subiendo estos últimos, mientras que los primeros siguen bajando, incluso
en plena época de crisis. Efectivamente, mientras han aumentado los impuestos
sobre "las gasolinas" y "el tabaco" y se ha incrementado el
IVA (sin efecto para las empresas y los ricos que operan a través de ellas,
porque se lo deducen), se ha bajado hasta 10 puntos el tipo de gravamen del
Impuesto sobre Sociedades (que hace tributar, por ejemplo, a las grades
empresas y las entidades de crédito), se ha suprimido el Impuesto sobre el
Patrimonio (que pagaban sólo los ricos), se reducido el tipo de gravamen a los
banqueros y sus familiares, en importantes operaciones, y se ha creado un
régimen fiscal privilegiado para que las empresas de alquiler de las entidades
de crédito (SOCIMI) puedan arrendar los grandes patrimonios inmobiliarios con
los que se han quedado. Lo más escandaloso de todo es que se ha mantenido el
tipo de gravamen de las sociedades de inversión de las grandes fortunas (SICAV)
en el 1% (frente al 45% al que puede llegar a tributar el común de los
mortales).
Lo más triste e irritante de esta cuestión es que las personas y entidades
verdaderamente ricas apenas pagan impuestos, porque tienen su dinero e
inversiones en los paraísos fiscales, con total opacidad al fisco. De hecho, el
69 por ciento de las empresas del Ibex 35 opera en estos territorios. Según
algunas estimaciones, en estos centros se mueven unos 12 billones de dólares,
que generan, a su vez, unos 660 mil millones de beneficios, lo que supone una
pérdida de recaudación fiscal de unos 250.000 millones de dólares. Y desde aquí
operan los famosos "hedge funds", responsables del ataque a las
economías de la zona euro, como la española. Estos ingresos tributarios de los
ricos y poderosos que se han disminuido o no llegan a las arcas públicas, son
otra de las causas de este déficit público.
Llegados a este punto, uno es consciente de la jugada maestra del capital.
Durante años ha obtenido unos beneficios extraordinarios con la especulación de
las hipotecas "subprime", sin pagar casi impuestos, a costa del
endeudamiento del sector privado. Cuando el sistema se desmorona, el Tesoro
Público sale a rescatarlo y le mantiene una fiscalidad privilegiada, con
la ingenua promesa de reactivar el crédito a las empresas y los ciudadanos a
los que tiene asfixiados. Y, por último, cuando los Estados se encuentran en
una situación de debilidad, consecuencia del enorme esfuerzo que ha supuesto
dicha ayuda, aprovecha la situación para colocarlos al borde de la quiebra y
forzarlos a desmontar lo poco que queda del sistema de bienestar, empobreciendo
injustamente a millones de personas, con la complicidad de las mismas instituciones
(Comisión Europea, FMI, Banco Mundial; BCE y Banco de España) que permitieron
aumentar el déficit público en beneficio de la banca. Estos mercados, que
tienen nombres y apellidos, se están frotando las manos con el nuevo ámbito de
pastel que se abre con las privatizaciones que pretende el Gobierno
(Loterías y Apuestas del Estado; AENA; etc.) y las reformas estructurales
(planes de pensiones privados, agencias privadas de colocación, centros
privados de educación, etc.).
Algunas soluciones a esta situación, más allá de acciones individuales y
testimoniales, como la colocación de nuestro dinero en la banca ética, pueden
venir por varias vías: la lucha efectiva por la desaparición de los paraísos
fiscales; la aprobación de una regulación de los mercados financieros que
impida y obstaculice los ataques especulativos sobre nuestras propias economías; el establecimiento de un
impuesto que grave las transacciones financieras, en el marco de un sistema
tributario justo; la creación de una banca pública que canalice el crédito a
las empresas y ciudadanos; la reforma de la ley electoral hacia un modelo más
proporcional y que dote de representatividad al voto en blanco; la eliminación
de los abusos bancarios en los préstamos hipotecarios (cláusulas suelo, seguros
leoninos sobre tipos de interés, cobro único de primas de seguros obligatorios para varios años; exigencia de
múltiples productos financieros, etc.), además de la supresión de los
privilegios exorbitantes de la casta política, de forma que se les aplique a
ellos lo mismo que aprueban a los demás (piénsese que un parlamentario tiene
una pensión máxima con 11 años y un día en el cargo y podría jubilarse a los 60
años, mientras que la mayoría de los trabajadores necesitará 37 años cotizados
y se jubilará a las 67).
Éstas sí serían verdaderas decisiones "valientes" que podrían hacer
cambiar este "mundo al revés", en el que las clases bajas y
medias-bajas asalariadas pagan los impuestos y los realmente ricos se llevan el
dinero íntegro. En definitiva, se trata de cambiar este sistema criminal que
cada día mata a 80.000 personas y condena a más seres humanos a la miseria.
Miguel Ángel Luque Mateo
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