Las organizaciones
sindicales han convocado una huelga general el próximo 29 de marzo para
pedir al Gobierno de España la retirada de la recientemente aprobada
reforma laboral que ha sido adoptada sin acuerdo con los sindicatos, y
contra los recortes en derechos sociales.
La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC) queremos, desde nuestro ser Iglesia y nuestra misión evangelizadora en el mundo obrero y del trabajo, ofrecer una reflexión ante este hecho.
Creemos que, aun siendo legítimo el Gobierno y la representación
parlamentaria actual surgida de las urnas y, por tanto, las decisiones
que en dicho parlamento se acuerden, la sociedad civil puede manifestar y
orientar, desde su opinión y acción pacífica, las medidas que el poder
legislativo y ejecutivo lleven a cabo. Especialmente cuando muchas de
ellas no han sido fruto de la negociación y el consenso entre los
distintos agentes sociales, en un momento en el que la realidad
socioeconómica y las cifras de desempleo demandan políticas y reformas
estructurales.
En este sentido, la HOAC y la JOC hicimos pública el pasado 16 de febrero nuestra valoración de la reforma laboral.
Nos parece injusta y rechazable, porque constituye un duro golpe al
derecho laboral y a los derechos de las personas y familias
trabajadoras. Los recortes en derechos laborales y sociales que se están
imponiendo son injustos y completamente injustificados. Estas
decisiones afectan al conjunto de la sociedad pero, de manera más
lesiva, a los sectores más débiles y empobrecidos del mundo del trabajo.
Consideramos que esta reforma, como otras anteriores, parte de un mal
planteamiento: pretende someter los derechos de los trabajadores y
trabajadoras a las exigencias de la economía, cuando lo justo y lo
humano es lo contrario, ordenar el funcionamiento de la economía desde
los derechos de las personas trabajadoras (cf. Juan Pablo II, “Laborem Exercens”, 17; Concilio Vaticano II, “Gaudium et spes”, 67). En
otras palabras, como nos recuerda el catecismo de la Iglesia (2425):
“La regulación de la economía únicamente por la ley de mercado quebranta
la justicia social, porque «existen numerosas necesidades humanas que
no pueden ser satisfechas por el mercado» (CA 34). Es
preciso promover una regulación razonable del mercado y de las
iniciativas económicas, según una justa jerarquía de valores y con
vistas al bien común.”
Como siempre que se produce una convocatoria de huelga, recordamos que “La
doctrina social reconoce la legitimidad de la huelga «cuando constituye
un recurso inevitable, si no necesario para obtener un beneficio
proporcionado », después de haber constatado la ineficacia de todas las
demás modalidades para superar los conflictos. La huelga, una de las
conquistas más costosas del movimiento sindical, se puede definir como
el rechazo colectivo y concertado, por parte de los trabajadores, a
seguir desarrollando sus actividades, con el fin de obtener, por medio
de la presión así realizada sobre los patronos, sobre el Estado y sobre
la opinión pública, mejoras en sus condiciones de trabajo y en su
situación social. También la huelga, aun cuando aparezca « como una
especie de ultimátum », debe ser siempre un método pacífico de
reivindicación y de lucha por los propios derechos; resulta « moralmente
inaceptable cuando va acompañada de violencias o también cuando se
lleva a cabo en función de objetivos no directamente vinculados con las
condiciones del trabajo o contrarios al bien común »” (Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia, 304).
Entendemos que la convocatoria de la huelga general está justificada
en defensa de los derechos de las personas y familias trabajadoras, y es
expresión de las legítimas funciones sociales que corresponden a los
sindicatos.
Más allá de la diversidad de opiniones que pueda existir sobre la
convocatoria de esta huelga general, nos preocupa la manera en que
algunos sectores sociales y políticos pretenden deslegitimar la acción
de los sindicatos. En este sentido queremos manifestar lo siguiente:
1º.- El objetivo que plantean los sindicatos con la convocatoria de
la Huelga General es legítimo, y, además, está expresamente reconocido
por la Constitución Española como un derecho fundamental de la
ciudadanía (art. 28).
2º.- Dicho objetivo es también justo: siempre es justo reclamar
diálogo social, negociación y búsqueda de acuerdos para cualquier
decisión política, mucho más si afecta a derechos fundamentales de las
personas, como ocurre con la reforma laboral.
3º.- El recurso a la huelga, que debe ejercerse con prudencia,
responsabilidad y de forma pacífica, forma parte de la normalidad de un
sistema democrático. Esto supone, por parte de los sindicatos y de los
trabajadores desarrollar comportamientos pacíficos, así como por parte
de los empresarios, no coaccionando éstos a sus trabajadores por
participar en la huelga ni tomando represalias, en ningún momento,
contra ellos. Es preciso, también, una actitud no violenta de los
medios de comunicación social ateniéndose a criterios de objetividad,
justicia y verdad; la manipulación informativa es una agresión violenta
que hemos de rechazar.
4º.- Consideramos que los sindicatos necesitan mejorar su
funcionamiento y acción, especialmente en la organización y defensa de
los sectores más empobrecidos y vulnerables. Pero también reconocemos
que desempeñan de hecho un papel fundamental en la defensa de la
dignidad de las personas, con lo que realizan una función social
esencial (tal como reconoce el art. 7 de la Constitución Española). Como
parte de la Iglesia en el mundo obrero y del trabajo queremos recordar,
además, que la Doctrina Social de la Iglesia considera a los sindicatos
un bien social: “son un elemento indispensable de la vida social
(…) son un exponente de la lucha por la justicia social, por los justos
derechos de los hombres del trabajo (…) un factor constructivo de orden
social y de solidaridad” (“Laborem exercens”, 20). Por eso, “las
organizaciones sindicales tienen el deber de influir en el poder
público, en orden a sensibilizarlo debidamente sobre los problemas
laborales y a comprometerlo a favorecer la realización de los derechos
de los trabajadores” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 307).
Desde esta perspectiva, Benedicto XVI ha insistido recientemente en que
en la actual situación, cuando se están poniendo en peligro derechos
fundamentales de las personas y la solidaridad social, los sindicatos
son más necesarios que nunca (cf. “Caritas in veritate”, 25).
No hay comentarios:
Publicar un comentario