sábado, mayo 12, 2012

Los cansancios de los profetas


 Evangelio en la calle 
         
 Estamos llamados a ser profetas. Cristo lo fue y nosotros, como seguidores suyos, hemos de serlo. La tarea del profeta no es fácil, contamos con muchas dificultades que pueden venir de nosotros mismos y de las circunstancias en las que se desenvuelve nuestra misión profética. Por eso, con el Evangelio en la mano, vamos a enumerar algunos de esos cansancios (o infidelidades) para reconocer nuestros pecados y retomar, con la fuerza del Espíritu y con nuevos bríos, el profetismo tan necesario en los tiempos que corren.

          Al profeta le puede ocurrir como a los israelitas en el desierto: no cesaban de recodar las cebollas de Egipto o como a la mujer de Lot o como a aquel que pone la mano en el arado y “no deja de mirar hacia atrás” (Lucas 9,62): la nostalgia.

          ¿Cómo puede dejarse caer en la rutina el que cree que Dios continuamente “todo lo hace nuevo”? (Apocalipsis 21,5). ¿Qué decir del seguidor de Cristo que llega a creerse que él y sólo él es el dueño de todo y no un “simple servidor”? (1ª Corintios 3, 3-9).
          Pero ¿cómo traducimos estos signos para que el Evangelio sea hoy Evangelio en la calle?

          El profeta deja de serlo cuando “se acomoda a este mundo” (Santiago 1,27) por más que vocifere y sermonee. La validez de su palabra está en rechazar para sí las riquezas, ambición y apariencias y en no endulzar el mensaje evangélico sabiendo que lo principal es “buscar el Reino de Dios y su justicia y que todo lo demás se nos dará por añadidura” (Mateo 6,33).

          Para el cristiano es de vital importancia “entregarse a sí mismo” (Filipenses 2, 5-11) y no tanto resolver problemas que vendrán por añadidura para así comprometerse seriamente en el servicio y no tanto en decir “Señor, Señor” (Mateo 7,21).
         
Nostalgias, rutinas, creerse dueños, acomodarse, dejar la radicalidad, no entregar la vida y quedarse en la súplica evasiva: son nuestros cansancios.

¡No matemos el profetismo tan necesario para el mundo y para la Iglesia!


Antonio Hernández-Carrillo
"TU" número 138

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