"HUMANIZAR LA VIDA ECONÓMICA Y LABORAL"
El ser humano, individual y socialmente considerado, imagen de Dios para el creyente, está siendo violentado en su grandeza y dignidad, desde su calidad de trabajador. La persona en el mundo obrero y del trabajo, ha sido reducida a un instrumento más en la cadena de produccion capitalista, a un elemento de uso y abuso, a un simple objeto de rentabilidad para el lucro inmoral de unos pocos. No admitimos que la persona sea objeto de manipulación en un mundo globalizado donde el neoliberalismo, como expresión más destructiva del capitalismo, se enseñorea avasallador, imponiendo su sistema de valores, su lógica insolidaria y su indecente justificación de la desigualdad, la acumulación y el beneficio. Es triste reconocer que también los trabajadores, con empleo o sin él, nos hemos dejado seducir por los cantos de sirena del progreso indefinido y la felicidad consumista en esta alienante cultura, fuente de injusticia y sufrimiento para muchos; de empobrecimiento moral y de deshumanización para todos.
La apuesta por adecentar los elementos que integran la vida economica y laboral para ponerlos al servicio de las personas, pasa por rescatarlos de la lógica economicista y mercantilista. Por ello consideramos un reto político y social reinventar dichos elementos o cualificarlos como instrumentos al servicio del trabajo humano liberador y solidario, y para atender las necesidades sociales de las personas. Y con este objetivo, comencemos por dignificar el empleo y reivindicar el trabajo decente.
Se tratra de forjar un proceso de humanizacion del mundo del trabajo y de la vida económica y laboral, construyendo y potenciando redes de solidaridad humana desde la consideración de la propiedad, no como un bien absoluto, sino sujeta a la hipoteca social; buscando y experimentando la democracia económica para la superacion de las desigualdades; reivindicando la empresa al servicio prioritario del trabajo humano y de las necesidades sociales, como empresas cooperativas, de economía social y de servicios a la comunidad.
La noble empresa humanizadora carga de sentido nuestra rebeldía militante cristiana y el compromiso político y sindical de todos los trabajadores, en concreciones tales como la denuncia de las reformas laborales que nos humillan como dejándonos indefensos frente al despido laboral, que nos hacen dóciles ante las condiciones indignas en la contratacion laboral y débiles para reivindicar una justa subida salarial; la defensa de la negociación colectiva, la exigencia de reduccion de la jornada laboral y de adelanto de la edad de jubilacion; la lucha por un empleo decente y por una renta básica que reconozca la dignidad de la persona y que haga comprender mejor a todos la enorme diferencia que hay entre el trabajo humano y el empleo remunerado.
La Doctrina Social de la Iglesia nos anima a trabajar para un cambio social, político y económico al servicio de la persona humana, que es sacramento de Dios; a reivindicar el reconocimiento social de toda la actividad humana que puede y debe realizarse en beneficio de la colectividad, ya sea remunerada en forma de empleo social, o como donación generosa y humanizadora a los demás en la familia, en el barrio, en el municipio y como voluntariado social. Trabajo digno desarrollado para una sociedad decente, que cada vez pretenda desligarse más de la rentabilidad económica, porque las necesidades vitales de los humanos debieran estar dignamente cubiertas por el mero hecho de ser personas; renta básica por derecho y atención preferente de los últimos: los excluidos del sistema, los hombres y mujeres en paro, las familias sin techo, las personas inmigrantes, la infancia desvalida, la juventud sin horizonte, las mujeres discriminadas... Para el cristiano, son rostros diferentes del mismo Dios sufriendo en la debilidad, el empobrecimiento y la deshumanizacion del mundo obrero y del trabajo; Dios encarnado que reclama, desde ellos, solidaridad y compromiso.
La apuesta por adecentar los elementos que integran la vida economica y laboral para ponerlos al servicio de las personas, pasa por rescatarlos de la lógica economicista y mercantilista. Por ello consideramos un reto político y social reinventar dichos elementos o cualificarlos como instrumentos al servicio del trabajo humano liberador y solidario, y para atender las necesidades sociales de las personas. Y con este objetivo, comencemos por dignificar el empleo y reivindicar el trabajo decente.
Se tratra de forjar un proceso de humanizacion del mundo del trabajo y de la vida económica y laboral, construyendo y potenciando redes de solidaridad humana desde la consideración de la propiedad, no como un bien absoluto, sino sujeta a la hipoteca social; buscando y experimentando la democracia económica para la superacion de las desigualdades; reivindicando la empresa al servicio prioritario del trabajo humano y de las necesidades sociales, como empresas cooperativas, de economía social y de servicios a la comunidad.
La noble empresa humanizadora carga de sentido nuestra rebeldía militante cristiana y el compromiso político y sindical de todos los trabajadores, en concreciones tales como la denuncia de las reformas laborales que nos humillan como dejándonos indefensos frente al despido laboral, que nos hacen dóciles ante las condiciones indignas en la contratacion laboral y débiles para reivindicar una justa subida salarial; la defensa de la negociación colectiva, la exigencia de reduccion de la jornada laboral y de adelanto de la edad de jubilacion; la lucha por un empleo decente y por una renta básica que reconozca la dignidad de la persona y que haga comprender mejor a todos la enorme diferencia que hay entre el trabajo humano y el empleo remunerado.
La Doctrina Social de la Iglesia nos anima a trabajar para un cambio social, político y económico al servicio de la persona humana, que es sacramento de Dios; a reivindicar el reconocimiento social de toda la actividad humana que puede y debe realizarse en beneficio de la colectividad, ya sea remunerada en forma de empleo social, o como donación generosa y humanizadora a los demás en la familia, en el barrio, en el municipio y como voluntariado social. Trabajo digno desarrollado para una sociedad decente, que cada vez pretenda desligarse más de la rentabilidad económica, porque las necesidades vitales de los humanos debieran estar dignamente cubiertas por el mero hecho de ser personas; renta básica por derecho y atención preferente de los últimos: los excluidos del sistema, los hombres y mujeres en paro, las familias sin techo, las personas inmigrantes, la infancia desvalida, la juventud sin horizonte, las mujeres discriminadas... Para el cristiano, son rostros diferentes del mismo Dios sufriendo en la debilidad, el empobrecimiento y la deshumanizacion del mundo obrero y del trabajo; Dios encarnado que reclama, desde ellos, solidaridad y compromiso.
Tomás Martínez Salinas
Militante de la Hoac de Granada
(Publicado el 10-feb-15. Ideal de Granada)
(Publicado el 10-feb-15. Ideal de Granada)
No hay comentarios:
Publicar un comentario