miércoles, noviembre 19, 2014

Nuestra opinión en papel


 "EL VALOR DEL TRABAJO MAS ALLA DEL EMPLEO"
   

  En la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) tenemos un lema, sacado del mensaje de Jesucristo y de la propia consideración del ser humano: “La persona es lo primero”.

   Lo primero y más importante de toda la Naturaleza, la cual fue puesta en manos de la persona para que ésta se valiera de ella, la respetara, la cuidara y conservara para las generaciones siguientes.

   Y de ese principio básico deducimos una consecuencia lógica: todo debe estar al servicio de la persona: la política, la economía, la educación, etc., etc.

   Por desgracia no es así, sino que todo está al servicio de un ídolo, el , como dice el Papa Francisco: “¡El dinero manda! ¡Manda el dinero! Mandan todas las cosas que le sirven a él, a este ídolo”.

   Y como consecuencia de esta mala organización de nuestra sociedad, hay mucho sufrimiento en nuestro mundo; muchos millones de personas que viven sin dignidad, al no poder llevar a sus casas el pan de cada día por falta de trabajo, o por tener un empleo precario o en unas condiciones humillantes.

  El que la economía no esté al servicio de la persona hace que no se reconozca en todos los hombres el derecho al trabajo; y eso es una circunstancia de enormes consecuencias negativas. Pues según dijo el Papa a los empleados y directivos de la fábrica de Aceros de Terni (Italia) el 20 de marzo pasado: “Es necesario afirmar que el trabajo es una realidad esencial para la sociedad, para las familias y para los individuos y que su principal valor es el bien de la persona humana, ya que la realiza como tal, con sus actitudes y sus capacidades intelectuales, creativas y manuales. De esto se deriva que el trabajo no tenga sólo un fin económico y de beneficios, sino ante todo un fin que atañe al hombre y a su dignidad. ¡Y si no hay trabajo esa dignidad está herida!.”

  El trabajo tiene para el hombre una enorme importancia, pues no sirve sólo para llevar el pan a casa, sino que también es la condición necesaria para que la persona pueda desarrollar todas sus dimensiones: la personal, la familiar, la social, la intelectual y hasta la religiosa. El trabajo es el horno donde la persona va cociendo sus cualidades, se va haciendo en contacto con sus semejantes. Pero no cualquier trabajo, sino un trabajo digno, acorde con la dignidad radical de la persona.

  Por eso el trabajo va más allá del mero empleo. Por empleo se entiende toda actividad por la que se cobra un salario. Y eso es fruto de que se ha mercantilizado el trabajo humano; se le ha despojado de su dignidad y grandeza, para convertirlo en una mercancía que se compra y se vende. Y en este sistema capitalista neoliberal, se procura que esa mercancía, en la que se ha convertido el trabajo, cueste lo menos posible; para lo que se está procurando que esté rodeada de una situación de debilidad y precariedad, y así carezca de los mínimos derechos y consideración social. Con lo cual se ha conseguido que todo trabajo, por el que no se cobre algo, no sea considerado trabajo , como por ejemplo el trabajo en casa, o la atención y cuidado de los familiares mayores.

  Despojando así al trabajo humano de su dignidad y de sus derechos, hemos convertido a la persona en si produces y/o consumes, tienes alguna consideración social; pero si no produces y/o no consumes, eres una carga para la sociedad.

   Como se puede ver, no se trata de un problema meramente ni principalmente económico, sino de un problema antropológico: cómo concebir a la persona y cómo afrontar los modos de organizar la vida humana. Se trata de devolver al trabajo humano toda su dignidad y sus derechos, lo que le pertenece por ser actividad de la persona, y ser la persona lo primero.

   Como vemos, el problema que tenemos por delante es muy serio y nada fácil, si queremos devolver al trabajo humano su dignidad y sus derechos. Por ello, lo primero que necesitamos es tomar conciencia de esta grave situación. Si así lo hacemos, podremos ir dando algunos pasos junto con otras personas, que también se conciencien , y caminar hacia una dignificación y humanización de la vida de las personas y de la organización correcta de la sociedad.




Ignacio Peláez Pizarro
Hoac de Granada. Motril

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