domingo, junio 14, 2015

Nuestra opinión en papel


 "Contra la pobreza, trabajo decente"

Para erradicar la pobreza la única solución es conseguir que todo empleo sea decente.

“Pero ¿qué significa la palabra «decencia» aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación” (Benedicto XVI en la CV 63). ¿Es esto pedir mucho?

Según revela la “Encuesta de condiciones de vida” hecha pública por el INE, en 2014, el 29,2%, más de 13 millones de españoles, ya estaba en riesgo de pobreza o directamente en situación de exclusión social y que el empobrecimiento de las familias españolas se debe a que cada vez se ingresa menos dinero en casa, bien porque no tienen trabajo bien porque, los que lo tienen, cobran menos que en el año anterior.

Los niños, las mujeres, los inmigrantes y los mayores son los que, en mayor medida, sufren los efectos perniciosos de esta situación. En especial la pobreza infantil alcanza ya al 26,7% de los niños, habiéndose incrementado en cuatro puntos en el último año.

Desde 1999 la Organización internacional del trabajo (OIT) impulsa el objetivo de lograr un trabajo decente como prioridad para combatir el empobrecimiento y caminar hacia una sociedad decente menos corrupta, más justa y humana. La HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), junto con otras organizaciones eclesiales y sociales, ha hecho suya este objetivo de la OIT informando, concienciando y movilizando a la sociedad para hacer que esta situación poco a poco se vaya superando.

Resulta evidente que la apuesta por la precariedad genera precariedad. Un crecimiento que no está orientado al desarrollo, puede incrementar el PIB, pero no construye una sociedad más desarrollada. La generación de millones de puestos de trabajo precarios, mejora considerablemente las estadísticas, pero no implica la existencia de un modelo de empleo integrador.

Es necesario romper la lógica de pensar y organizar el trabajo desde las exigencias económicas y la de adoptar decisiones políticas desde la adaptación del trabajo a las necesidades de la economía. Necesitamos plantear el trabajo y la política en sentido contrario, ¿qué funcionamiento de la economía es necesario para que en ella el trabajo pueda ser el instrumento de comunión y realización humana que está llamado a ser? y ¿qué decisiones políticas son necesarias para que el trabajo pueda realizarse en condiciones dignas para el ser humano y que colaboren a la libertad, la solidaridad y la fraternidad entre las personas?

El Papa Francisco en su encuentro con el mundo del trabajo en Cagliari en septiembre de 2013: “Aquí también encuentro sufrimiento. Un sufrimiento que uno de vosotros ha dicho que “te debilita y acaba robándote la esperanza”. ¡Un sufrimiento –la falta de trabajo- que te lleva (…) a sentirte sin dignidad!, ¡donde no hay trabajo, falta la dignidad! Y este es el problema (…) es la consecuencia de una elección mundial, de un sistema económico que tiene en su centro un ídolo llamado dinero”.

Para acabar con la pobreza y la exclusión social no hay otro camino que promover el trabajo decente.




Gonzalo Ruiz Ruiz
Militantes Hoac de Granada
(Publicado en Ideal de Granada - 09/6/15)



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