lunes, diciembre 07, 2015

Nuestra opinión en papel


"Pasemos de la indignación a la acción liberadora"


Esta es la realidad social que vivimos: La pobreza se ha hecho más profunda y más extensa, las desigualdades son cada vez mayores, se han destruido millones de puestos de trabajo y cuando lo hay, se ha precarizado, se han recortado derechos sociales adquiridos con el esfuerzo de muchos…

El capitalismo, como forma de organizar la sociedad y de entender al ser humano está generando sufrimiento y deshumanización en el mundo del trabajo. Desempleo y precariedad para abaratar costes laborales y someter a las personas trabajadoras a nuevas formas de explotación. ¿O cómo se llama si no, a trabajar sin contrato y por menos de dos euros la hora? No me estoy inventando nada, eso está ocurriendo y la necesidad de trabajar de las personas es tanta, que aceptan lo que sea sin chistar.

La primacía del dinero y el beneficio ha debilitado y deformando la política como instrumento de construcción social. Y lo peor, es que estas situaciones de injusticia se han normalizado.

Las reacciones de las personas ante esta realidad van desde la indiferencia, la resignación y, en el peor de los casos, la desesperanza a la indignación y al enfado, que puede disolverse y pasar de nuevo a la paralización y la desgana, o puede llevarnos a activar nuestra conciencia, lo que supone un primer paso para actuar, comprometiéndonos en la lucha por la justicia.

La Iglesia en su Doctrina Social viene denunciando reiteradamente las situaciones de deshumanización y exclusión que está provocando este sistema económico injusto. El Papa Francisco en su Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” dice textualmente: “Así como el mandamiento de “no matar” pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir no, a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata… Hoy todo está dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del “descarte” que, además, se promueve” (EG 53.

Para los cristianos, la acción y el compromiso nacen del Evangelio de Jesús. Jesús se indigna porque ama, pone en el centro a las personas y encumbra a los más débiles, se implica y le duele la falta de misericordia. Los seguidores de su persona y enviados por él a trabajar por su Reino de Justicia, queremos poner los criterios evangélicos (el amor, la fraternidad y no la rabia o la reacción visceral) allí donde desarrollamos nuestros compromisos, en nuestros ambientes, junto a las familias que sufren la lacra del paro, las personas sin hogar, las que encontramos en la puerta de nuestras parroquias, las mujeres y hombres maltratados, los migrantes, los “descartados” de esta sociedad.

Me viene a la cabeza este texto de la primera carta de Pedro: “Poneos los unos al servicio de los demás, cada uno según los dones que ha recibido, como buenos administradores de la múltiple y variada Gracia de Dios. Si alguien habla, que sea para comunicar palabras de Dios; si alguien presta un servicio, que sea con las fuerzas que Dios le concede. Así Dios será glorificado en todo por Jesucristo” (1 Pe 4, 10-11).

Y también recuerdo, ya que pronto vamos a celebrar la Navidad, que la venida de Cristo se anunció como liberación y no como resignación (Lc 2, 10-12).

El anhelo de justicia e igualdad entre los hombres desde el amor y el servicio son los que harán que nuestra indignación se transforme en acción liberadora.





Rosa Mercado Alonso
Militantes Hoac de Granada
(Publicado en Ideal de Granada - 07/12/15)



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