---Antonio M. A., de treinta y pocos años, padre de familia y vecino de Otivar, perdió la vida en la tarde de ayer mientras trabajaba en la reparación de los desperfectos que las últimas lluvias han provocaron en la N-340, en las cercanías de La Rábita.
Al parecer, el terreno sobre el que trabajaba, muy inestable y corredizo, cedió empujando a la máquina y a su conductor por un terraplén de 50 metro.
Antonio era un trabajador autónomo, propietario junto con su padre de la excavadora con la que se ganaba la vida.
Ninguna obra, ningún corte de carretera, ningún ahorro de costes, ningún beneficio justifica la perdida de la vida de una persona sencillamente porque la vida de un trabajador no tiene precio. Ninguna medida es excesiva si con ello se garantiza la seguridad del trabajador. Hasta cuando para ganarse la vida se va a tener que seguir muriendo en el tajo.
Solo la solidaridad, seña genuina del movimiento obrero, hará posible que esta lacra termine.
Al parecer, el terreno sobre el que trabajaba, muy inestable y corredizo, cedió empujando a la máquina y a su conductor por un terraplén de 50 metro.
Antonio era un trabajador autónomo, propietario junto con su padre de la excavadora con la que se ganaba la vida.
Ninguna obra, ningún corte de carretera, ningún ahorro de costes, ningún beneficio justifica la perdida de la vida de una persona sencillamente porque la vida de un trabajador no tiene precio. Ninguna medida es excesiva si con ello se garantiza la seguridad del trabajador. Hasta cuando para ganarse la vida se va a tener que seguir muriendo en el tajo.
Solo la solidaridad, seña genuina del movimiento obrero, hará posible que esta lacra termine.
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