domingo, mayo 15, 2011

El 22 de mayo: ¿elecciones, para qué?


   Todos estamos convocados para elegir a nuestros representantes en los municipios y en la mayoría de las comunidades autónomas. Convocatoria que nos llega cuando la imagen de los partidos políticos y los políticos es una fuente inagotable de corrupción, de incumplimiento de las promesas electorales, de afloramiento de lo más bajo y ruin que hay en el proceder humano. Sorprende y angustia que ante las acusaciones de corrupción que se lanzan unos a otros, la respuesta sea «y vosotros más», como si la corrupción ajena justificara la propia. Y debería hacernos reflexionar que, según el barómetro del CIS del pasado febrero, la clase política y los partidos políticos sean el tercer problema para los ciudadanos, precedido sólo por la crisis económica y el paro.

     Esta visión no sería completa si no caemos en la cuenta de que en la decisión electoral de los ciudadanos se ha instalado un proceder perverso: los corruptos vuelven a ser elegidos abrumadoramente, como si recibieran un premio por su corrupción. 

     En este contexto nos llaman a votar y en este contexto nos preguntamos: ¿para qué? Nuestra respuesta es que hay que participar y votar.

      Estamos convencidos de que no tenemos conciencia del momento histórico que estamos viviendo. La historia se referirá a él como la era del triunfo del mercado, como el proceso en que todo fue sometido a la racionalidad del mercado. La racionalidad del mercado consiste en dos cosas: una, todo se puede comprar y vender. Dos, todo tiene un solo objetivo: la eficiencia económica. Y se está construyendo siguiendo distintas fases. 

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