martes, diciembre 27, 2011

FIARE recibe el premio "Ignacio Ellacuría" 2011




     La entrega del Premio “Ignacio Ellacuría” ha correspondido este año, en su tercera edición, al proyecto Fiare de Banca Ética. El director de esta Fundación, Peru Sasía, ha sido el encargado de recoger el galardón que se entrega a través de la Agencia Vasca de Cooperación.

    Un premio que ha sido entregado en el transcurso de la recepción ofrecida por el lehendakari, Patxi López, en Lehendakaritza (Vitoria-Gasteiz), a los ciudadanos vascos que residen fuera de Euskadi. ... 


     Transcribimos por su interés las palabras de agradecimiento dirigidas a los asistentes al acto por el director de la Fundación Fiare:

 Discurso de agradecimiento de Peru Sasia en la entrega
del Premio Ellacuría 2011 al Proyecto Fiare
 
"Para una organización como la nuestra, resulta obligado empezar dando las gracias a quienes día a día hacen posible el Proyecto Fiare. En primer lugar, a las 82 organizaciones vascas que integran actualmente la Fundación Fiare, principal tractora del proyecto. Ellas son las que permiten mantenerlo cerca de un riquísimo conjunto de otras propuestas de alternativa en ámbitos como la inserción social y laboral, la cooperación al desarrollo, la agroecología o la transformación en valores. Una cercanía que alimenta nuestra motivación y refuerza nuestra identidad. En segundo lugar, a los centenares de personas, organizaciones e instituciones vinculadas a Fiare como profesionales, clientes, socias o voluntarias en todo el estado, a través de nuestras estructuras territoriales, nuestros grupos locales, nuestras comisiones de evaluación ético social... Ellas configuran una sólida red de acción colectiva sin la cual sería imposible pensar en consolidar Fiare como un proyecto sostenible de banca ética.

     Un proyecto cuyo principal valor, y también su mayor dificultad, es su marcado carácter contracultural. Su condición de germen de alternativa en el ámbito de la intermediación financiera. Solemos resaltar que la nuestra es una propuesta a contracorriente en el marco cultural en que se ha convertido el sistema económico actual. Una propuesta que se nutre de ciudadanía responsable, militante, que ha entendido que si las cuestiones económicas nunca nos han sido ajenas, en estos tiempos lo son aun menos. Que ha entendido que, en la esfera económica, lo que pasa, lo que hacemos pasar con nuestras opciones de consumo, tiene una radical influencia en como se van articulando nuestras sociedades.

Una propuesta que se nutre asimismo de una tozuda apuesta en favor de quienes sufren los gravísimos efectos de un sistema económico global profundamente injusto. Personas, organizaciones, ecosistemas, países completos, víctimas de una lógica financiera sin alma y sin valores, creadora (y al mismo tiempo esclava) de una mecánica de funcionamiento y de unas estructuras de poder para los que la búsqueda de la superrentabilidad económica es el único argumento.

Ante las abrumadoras y dolorosas evidencias que cada día nos llegan a través de los medios de comunicación y de nuestra experiencia directa, hoy podemos decir sin dudar ni un instante, que las cuestiones financieras nos conciernen y nos afectan a todos los sujetos sociales, también, y muy especialmente, a los poderes públicos. Por eso concedemos un extraordinario valor a este reconocimiento, por lo que supone de respaldo a un proyecto que lucha cada día por avanzar (a contracorriente, no lo olvidemos) en el ámbito de las alternativas financieras.

En este sentido, es importante recordar que, cuando hablamos de alternativas económicas, entendemos la necesidad de que éstas se articulen sobre la base de una ciudadanía vigorosa, responsablemente presente en la esfera pública. Cuando la alternativa se plantea en el ámbito financiero, esa necesidad es especialmente relevante. Pero no basta con reclamar la existencia de esa ciudadanía vigorosa si no la promovemos y mantenemos viva. Sabemos de esa permanente sospecha sobre la frágil condición de los movimientos sociales, y muy especialmente de aquellos que afrontamos el reto de articular alternativas económicas. La sospecha se extiende incluso hasta dudar de nuestra legitimidad cuando reclamamos que nuestra voz sea escuchada. La corriente es fuerte y, nadando en ella, el respaldo de personas y organizaciones, muy especialmente de agentes sociales significativos, resulta de gran importancia. El valor que para Fiare tiene hoy el premio Ignacio Ellacuria reside precisamente en su naturaleza de respaldo social a nuestra labor.

Un respaldo que entendemos que no solo se fija en nuestra labor y en nuestra capacidad de consolidar una alternativa significativa y sostenible, sino que remite asimismo al objeto de nuestra tarea. No podemos olvidar que este premio lanza un hondo mensaje en relación con lo que merece la pena cuidar. Y eso que merece la pena cuidar es un marco de valores asentado sobre virtudes cívicas como la cooperación, la solidaridad, la austeridad, el altruismo, la donación, la reciprocidad. Por eso entendemos que este reconocimiento nos impulsa necesariamente a actualizar hoy aquí nuestro compromiso por consolidar un proyecto viable y significativo, que siga conectado ahorro responsable con necesidades de crédito de quienes luchan cada día por regenerar nuestras sociedades, atendiendo a las personas que sufren las consecuencias de un sistema económico injusto. Un compromiso por mantener una sólida red de acción colectiva, cooperación y solidaridad. Un denso entramado que siga, en definitiva, mostrando que las alternativas económicas son necesarias y posibles, aunque sean, como decía Eduardo Galeano “cosas chiquitas”.

Ignacio Ellacuría nos abrió a muchos de nosotros los ojos a la necesidad de entender la realidad desde la óptica de las personas más desfavorecidas. También nos avisaba de la dificultad de la tarea. Suya es la frase: “Solo utópica y esperanzadamente podemos tener ánimos para intentar con los pobres y los oprimidos del mundo revertir la historia”. Difícil y estimulante tarea, ciertamente, en cuyo desarrollo vamos abriendo un recorrido posible que depende, en definitiva, de nosotros y nosotras. Tarea que quizá, como seguía Galeano “desencadene la alegría de hacer, y la traduzca en actos. Porque, al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.”

MUCHAS GRACIAS "


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