domingo, noviembre 10, 2013

CON NUESTROS OJOS BIEN ABIERTOS


 Evangelio en la calle 
         
 Así hay que ir por la vida: con nuestros ojos bien abiertos. De vez en cuando también es necesario cerrarlos. ¿Para qué? Para traer a la memoria y al corazón lo visto… rumiarlo y meditarlo. Lo que no se puede hacer es ir por la vida con ojos prestados o utilizados interesadamente para ver lo que “otros” quieren que veamos (deportes a destajo, noticias “teledirigidas” o con morbo, informaciones echándose la culpa unos a otros y sin que aparezcan los verdaderos responsables).

         Jesucristo en el Sermón de la Montaña (Mateo 6, 22-23) dice: "El ojo es la lámpara del cuerpo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo está iluminado. Pero si tu cuerpo está enfermo, todo tu cuerpo está en tinieblas. Y si la luz que hay en ti es tiniebla, ¡qué grande será la oscuridad!”

         Junto a este mensaje de ojos abiertos (es decir: somos lo que son nuestros ojos), Jesús aparece muchas veces poniendo sus ojos “fijamente con cariño en el joven rico” (Marcos 10, 21), “mirando la ciudad de Jerusalén y llorando sobre ella” (Lucas 19,41), “fijando en él su mirada” (Juan 1,42) para cambiar por completo la vida de Pedro. Estas citas con Jesús y sus ojos son interminables en el Evangelio. Recuerdo ahora su mirada compasiva también a Pedro en los relatos de la Pasión (Lucas 22, 61).
         
         Ante esta Palabra, podemos hacernos muchas preguntas. Sugiero algunas: ¿Tus ojos están sanos o enfermos? ¿Tu mirada se parece a la de Cristo? ¿Te sale más fácilmente mirar a un personaje que a un parado? ¿Los medios de comunicación desde qué punto de vista miran?

          Propongo un pequeño compromiso: Mira con tus ojos bien abiertos a alguien de tu familia que necesite más de ti, a un vecino o vecina que se encuentra sin trabajo, al emigrante que no sabe qué hacer ante tanta desolación y, finalmente, mírate a ti mismo. ¿Cuáles son tus conclusiones?

¡Si miráramos la vida con nuestros ojos bien abiertos (ojos sanos, dice el Evangelio)…qué sería de tanta oscuridad y tiniebla!
  

Antonio Hernández-Carrillo
"TU" número 149

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