miércoles, noviembre 15, 2017

A MÁS TECNOLOGÍA, MÁS DERECHO A UNA RENTA BÁSICA

Nuestra opinión en papel



   Cuando Dios crea al hombre, lo pone en el jardín de Edén y le confía el cuidado de la tierra. Así lo dice el libro del Génesis (c. 2, ver. 15): “Tomó, pues Yahveh Dios al hombre y le dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase”.

Dios pone la tierra en las manos y al cuidado del hombre. El hombre deberá respetarla, cuidarla y ponerla al servicio de la Humanidad entera, con su trabajo y su inteligencia.

De estos presupuestos se deduce que el trabajo, que el hombre realiza para cuidar de la tierra y que ésta alimente a los hombres, encierra una gran dignidad, porque proviene de la persona, que posee gran dignidad por proceder de Dios y porque su finalidad es cuidar, proteger y alimentar a los hombres.

Por ello, con toda razón el Papa Francisco en su carta encíclica sobre la ecología dice: “Estamos llamados al trabajo desde nuestra creación…El trabajo es una necesidad, parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal” (Laudato Si, n.128)

El trabajo es una necesidad, nos dice el Papa, y con razón, pues el hombre ha venido a este mundo para realizarse como persona y para colaborar al desarrollo y bienestar común. Y eso se consigue mediante el trabajo, que es camino necesario de maduración y de realización personal.

Pero desgraciadamente el mercantilismo se va extendiendo cada día más y se va apoderando de todas las realidades de la vida humana. Va convirtiendo en mercancía todo lo que toca; se compra y se vende todo; se compra lo más barato posible y se vende lo más caro posible.

Y el trabajo no se ha librado de este mercadeo, y también se ha convertido en mercancía, que se trata de pagar lo más barato que se pueda. Ha perdido su dignidad; se ha convertido , en muchos casos, en un mercadeo indigno y humillante, que en lugar de ayudar a que la persona madure y se realice, ayuda por el contrario a que la persona se arrastre indignamente ante el poder omnímodo del dinero. Se ha deshumanizado al convertirse en vehículo de esclavizar a la persona; pues ésta ni recibe un salario justo, ni puede compatibilizar su vida laboral con su vida en los demás aspectos de la persona: vida familiar, social, etcétera…

El paro, con todo lo que conlleva, es una amenaza permanente que humilla a la persona y la empuja a arrastrarse.
Y de seguir esto así, cada vez habrá más paro, pues el progreso de la tecnología va creando cada vez más maquinarias, que van quitando puestos de trabajo a los hombres. Ya lo advierte el Papa en la encíclica antes citada: “No debe buscarse que el progreso tecnológico reemplace cada vez más al trabajo humano, con lo cual la Humanidad se dañaría a sí misma”.

Ante este serio problema no debemos quedarnos con los brazos cruzados, pues así la situación se empeorará más. Debemos hablar de esto, suscitar preocupación, animar a que la gente se levante y vaya extendiéndose la conciencia de que cuanto más avance la tecnología, menos puestos de trabajo habrá para los ciudadanos y más beneficios para las empresas.

Y entonces algo habrá que hacer para que la sociedad no estalle. Y lo que habrá que hacer será proporcionar a cada persona una renta básica, para que pueda vivir con dignidad y desarrollarse según sus cualidades

Para llegar a eso será necesario haber creado una conciencia común en ese sentido, pues habrá nacido una nueva Humanidad y una nueva Era Histórica.





Ignacio Peláez Pizarro
Consiliario Diocesano Hoac de Granada
Publicado en Ideal de Granada ( 12/11/17)

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