jueves, junio 07, 2012

Nuestra opinión en papel

Entrevista a Tomás Martínez para la publicación AMOR Y VIDA de la comunidad franciscana de Granada

   
     El 20 de Febrero, la HOAC y la JOC publicaron en un comunicado conjunto una reflexión, como parte de la Iglesia en el mundo obrero, sobre la Reforma Laboral aprobada por el Consejo de Ministros. Al Grupo de Acción Social de nuestra comunidad franciscana le pareció de interés compartir esta reflexión (no muy bien recibida en determinados ambientes de nuestra Iglesia) con Tomás Martínez Salinas, miembro de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) de Granada, desde hace  32 años, en la reunión que celebramos el mes de mayo. Fruto de aquella intervención, son las preguntas que hoy queremos hacerle para los lectores de AMOR y VIDA.

p.- En pocas palabras, ¿cuáles crees que son las causas de la crisis en nuestro País?

Si nos referimos a la crisis económica, es el resultado de la aplicación, a nivel hegemónico mundial, de una política económica y financiera neoliberal que subordina, la búsqueda del bien común de los ciudadanos y la justicia distributiva, que debieran ser objetivos  prioritarios de la política de los gobiernos y los estados, a los intereses del capital financiero y especulativo. En España, a este fenómeno se une muy específicamente el estallido de una gran burbuja inmobiliaria, creada y alimentada por la Banca y la tolerancia de los poderes públicos, que añade a la actual crisis financiera la existencia de un paro alarmante.   

P.- La reforma planteada se presenta como una necesidad para combatir el paro. ¿Crees que está consiguiendo este propósito?

Ni lo está consiguiendo ni creo que lo conseguirá, sino todo lo contrario, porque ese no era  el  objetivo de la Reforma laboral, sino que ésta  sería un pretexto irracional para plantear otras cosas. La crisis se está aprovechando por el neoliberalismo político y económico en el poder para eliminar los derechos de los trabajadores, desregularizar el mercado de trabajo y adelgazar el poder del Estado como árbitro subsidiario de los desequilibrios injustos y las desigualdades sociales y económicas. 

P.-La realidad nos muestra una situación en las que las medidas que se toman para salir de la crisis,  no se orientan a luchar contra la marginación, sino a intentar  salvar el sector financiero con fondos públicos ¿Cómo valoras la moralidad de estas medidas?

Lo que se está haciendo es una auténtica inmoralidad y demuestra una falta de principios éticos en el actuar político. Desde el sentimiento humanista es algo impúdico e inmoral el robar a los ciudadanos sus derechos atacando la dignidad inalienable de las personas; empobrecer a los débiles negándoles el acceso al trabajo,  hurtarles “el pan” y el derecho a una vida digna.  Es un sinsentido diabólico, que ataca la inteligencia solidaria y el principio de igualdad universal de los seres humanos, actuar social y políticamente de esta manera, sin escrúpulos, sólo  para engrosar las arcas de rentistas poderosos y especuladores financieros. 

P.- ¿Se puede pensar que es una utopía el pretender cambiar un sistema socio-económico neoliberal (“la gran blasfemia de nuestro tiempo” en palabras de Casaldáliga) con los movimientos sociales, las denuncias proféticas, los foros y otras actividades parecidas?

Mi experiencia en la HOAC me dice que no es utópico, sino totalmente necesario,   pretender hacerlo desde el compromiso sociopolítico ciudadano. Y más aún cuando hablamos desde el compromiso cristiano, que incluye la denuncia profética  y la practica de la solidaridad activa. Otras cosas son las dificultades que hay que superar hasta conseguirlo. Seguimos a un Cristo Crucificado, a un “perdedor” frente a los poderes del sistema,  y hay que apostar como creyentes en esa  fuerza que surge de la aparente debilidad de los empobrecidos cuando éstos se unen, y de nuestra solidaridad con ellos en su lucha, para que, desde la defensa de la sacralidad de la dignidad humana, hagamos brotar el espíritu vivificador del Resucitado, que no se amilana ante la dificultad y la cruz, y que lo renueva todo en la esperanza de la resurrección.   

P:- ¿Estamos sensibilizados como Iglesia de Cristo de la gravedad de esta situación y del compromiso que se nos exige?

Me temo que no. La Pastoral Obrera  que puede desarrollarse partiendo de la Doctrina Social de la Iglesia, como viene haciendo y defendiendo la HOAC, es la gran ignorada en gran parte de las comunidades eclesiales en que está por estrenar. No existe una sensibilidad pastoral fuerte en el campo del compromiso sociopolítico en la Iglesia española, salvo dignas excepciones. La asistencia al empobrecido es necesaria, pero el asistencialismo debe ir dejando paso en nuestras comunidades eclesiales al desarrollo de una necesaria Pastoral Obrera  desde la Doctrina Social de la Iglesia, y al compromiso liberador, personal y comunitario, por la justicia del Reino, que de ellas se desprende.

P.- Cómo debe ser esa fe “militante” y “revolucionaria” de la que nos hablaste?

La fe cristiana o es militante y revolucionaria o no es fe; o es operante o es una fe muerta. La fe se materializa en el compromiso personal y comunitario que genera en nosotros la voluntad del Seguimiento del Crucificado, compromiso que no es más que respuesta agradecida al amor inmenso y liberador del Dios trinitario; compromiso que se activa ante las injusticias concretas del mundo y frente a quienes las provocan; ante el drama de las víctimas y frente a sus verdugos. Es una fe que se vive en el mundo, que “baja a la arena” y que busca la complicidad del otro, sea cristiano o no, para actuar  juntos, para comprometerse con las víctimas y en sus organizaciones. No podemos adoptar en nombre de la fe un compromiso cristiano frente a los otros, sino con los otros movimientos sociales y políticos;  frente a los otros, sino  con los otros foros de denuncia a los que unimos la nuestra proféticaNo actuar frente a los  otros y hacerlo con los  otros en la sociedad plural, sin perder nuestra identidad, desde nuestro compromiso cristiano pero en sus organizaciones populares.  Esta es mi larga experiencia como militante cristiano en la HOAC y el gran reto que como Iglesia tenemos para ser más creíbles y auténticos en el Seguimiento. Recordemos las palabras de Jesús “...El que no está contra Mí, está conmigo“,  “Que todos sean uno como Tú, Padre, y yo, somos uno

P.-¿Qué compromisos concretos, tanto comunitarios como personales, debemos asumir los cristianos ante el empobrecimiento de tantos hermanos por culpa de la crisis?

El actuar sociopolítico del cristiano que  traduce su compromiso liberador hacia los hermanos como respuesta agradecida a ese amor infinito del Dios trinitario, se alimenta en la comunidad del sentido pascual de ese Dios Abba que actúa a través de nosotros. Ese compromiso ha de ser fruto del discernimiento personal y comunitario, teniendo como referente “el programa de la sinagoga” (El espíritu de Dios está sobre mi para ...) aplicado aquí y ahora, y la puesta en valor de las Bienaventuranzas.  Es un compromiso rezado e iluminado por el Espíritu, que nos convierte en contemplativos en acción por la justicia del Reino en todos los espacios donde se busca la liberación del oprimido, y por tanto en el mundo obrero. El cristiano ante esta crisis de paro, marginación y deshumanización que sufrimos en el mundo del trabajo, y que es fuente de empobrecimiento, se ha de fundir con las víctimas y por ellas, en las organizaciones del pueblo, en los partidos y sindicatos obreros, en sus asociaciones populares, en sus foros de denuncia y solidaridad, en las Asambleas de parados, en los movimientos frente al desahucio, en sus protestas como las del 15M ...; trabajando cercano siempre a las víctimas del neoliberalismo, a nivel personal, ambiental e institucional. Así lo queremos ir haciendo los militantes en la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), como movimiento apostólico especializado en el mundo obrero, desde su aparición hace más de medio siglo: En el mundo del trabajo, con el  empobrecido y por el empobrecido, como sacramento de Dios, y desde el que se realizará el juicio de las naciones: “Tuve hambre y me diste de comer ...” 

P.-¿Crees que la crisis de hoy es sobre todo una “crisis ética” que nos exige un cambio de valores y otro modo de vivir?

Por supuesto. Lo peor del sistema capitalista es que se ha implantado en nuestros corazones; se ha situado en la base de e nuestro ver, juzgar y actuar humano. Se ha inoculado a través del “pensamiento único” hasta enseñorearse en nuestra cultura. Hemos asumidos lentamente sus valores y hasta hemos justificado y justificamos su existencia y las consecuencias de su señorío en las vidas de tantas víctimas que el sistema provoca. Esto es lo que  llamamos crisis ética y de valores. Nos están y nos estamos deshumanizando. No hay nada más revolucionario hoy que la reivindicación de humanidad; no hay nada más cristiano hoy que el compromiso por los valores del ser humano, el compromiso por la recuperación de su dignidad  quebrada con el empobrecimiento al que se somete a las personas. Y el mundo del trabajo precarizado, el mundo obrero “sin derechos”, es un claro ejemplo de ello. Las personas necesitan modelos de realización humana en una nueva cultura liberadora. Los cristianos, tenemos el modelo: Cristo: el Hombre para Dios y el Dios para los hombres; no lo falsifiquemos, porque el gran  reto evangelizador del cristiano es presentarlo a través de nuestras vidas como modelo de realización humana; nuestra mejor contribución para una nueva cultura liberadora. Se trata de  hacer visible esa Humanidad nueva a través de una  forma de vivir y de comprometerse diferente; es abrir nuestras comunidades al Espíritu vivificador y a sus valores, para  poder ser auténtica luz para el mundo y auténtica sal para la tierra. Revolucionados para revolucionar, siendo testigos del Dios vivo.  
  
Tomás Martínez Salinas
Militante de la Hoac de Granada


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