miércoles, marzo 15, 2017

Dignidad en el trabajo: humanizarnos humanizando

Nuestra opinión en papel



   En la vida de las personas y en la propia sociedad juega un gran papel el trabajo que está enraizado con todo lo que rodea la vida cotidiana. En la actualidad, el trabajo ha pasado de ser un bien para la vida a ser un bien para la producción, provocando una inversión de los papeles establecidos. Anteriormente, el trabajo solía ser una herramienta para la vida del hombre, ahora es el hombre el que se ha transformado en una triste herramienta en manos de una economía capitalista y mercantil. El hombre se ha transformado en “la llave inglesa” de la sociedad consumista. 

    Hemos olvidado que la persona es el centro de todo y la medida de la dignidad del trabajo. No es ella la que tiene que adaptarse o subordinarse al trabajo, es el trabajo el que debe amoldarse al ser humano. La persona no puede convertirse en un puro instrumento de la incansable cadena productiva. Debe ser respetada teniendo en cuenta todas sus dimensiones, porque siendo el trabajo “la clave esencial” de toda cuestión social, condiciona el desarrollo no solo económico, sino también cultural y moral, de las personas, de la sociedad y de todo el género humano.


    El Papa Francisco insiste constantemente en la importancia decisiva de la dignidad del trabajo y del trabajo digno para la realización de la dignidad humana, la lucha contra la pobreza y la configuración de una sociedad que, con el trabajo de las personas, cuide la vida de todos y la casa común, realizando así la vocación humana (Laudato Si,128)


   Toda la actividad creadora del ser humano, su vocación, como expresión del amor que lo constituye y que se concreta en la realización de la justicia, no tiene otra finalidad que la construcción de sí mismo y de su felicidad. A este hacerse a sí mismo le llamamos “proyecto de humanización” que, como creyentes, lo definimos como el proceso mediante el cual el ser humano se descubre como hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza, y se decide a vivir su vida con coherencia.


   Nosotros como HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), en nuestro proyecto de humanización, nos situamos ante esta realidad del mundo obrero y del trabajo. ¿Cómo lo hacemos?: acompañando la vida de las personas en sus ambientes, colaborando en un cambio de mentalidad, colaborando al cambio de las instituciones para que estén más al servicio de las personas y ayudando a construir y dar visibilidad a experiencias alternativas en la forma de ser y trabajar. Para humanizarnos nosotros tenemos que aprender primero a ser un poco más pobres para que los otros puedan por lo menos SER, sufrir con el otro, por los otros, pero ¿somos capaces de ello?. Hoy en día el ser humano tiene precio pero no valor, “te he elegido, no porque vales, sino porque te amo” (Dt. 4 y 7). Este es nuestro camino, el amor es la culminación de la justicia. La justicia da a cada uno lo suyo, pero el amor lleva a dar al otro de lo mío. 


   Si llevamos todo esto al mundo obrero y del trabajo y lo vivimos en nuestro quehacer diario estaremos realizando una buena labor. Como tarea estamos llamados humanizar humanizando. Dice Pedro Casaldáliga “humanicémonos siempre más, humanicemos siempre, practicando la proximidad”.





Antonio Escribano
Militante Hoac de Granada
Publicado en Ideal de Granada (15/3/17)

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