miércoles, abril 27, 2016

#1Mayo | Repensemos un trabajo decente que construya humanidad



Comunicado del Primero de Mayo de 2016 • Día Internacional del Trabajo • HOAC y JOC. 

En twitter #1MayoHumanicemoselTrabajo • #1Mayo

«Juan, tras 20 años en la misma empresa, se encuentra en el paro con 48 años y pronto dejará de percibir la prestación. Eloísa, su mujer, ha conseguido ir a limpiar por horas sueltas, sin contrato, a la vez que atiende a su madre enferma. David, el hijo mayor, ha dejado la universidad al recortarle la beca. Ana, la segunda hija, está pendiente del móvil por si la llaman para cubrir alguna baja. Y Tamara, la tercera hija, estudia 3º ESO y falta bastante a clase para cuidar de su sobrina de 2 años».

Como Juan, Eloísa, David, Ana… hay en nuestro país 4.094.770 personas paradas, y 1.556.600 familias tienen a todos sus miembros en paro. Además:

■ El 12,6% de los trabajadores en España son pobres (su salario no les permite salir de la pobreza).

608 trabajadores fallecieron en 2015 víctimas de accidentes laborales, dos muertes al día.

■ Si miramos al mundo, 21 millones de personas son víctimas de trabajo forzoso (según la OIT).

■ La desigualdad sigue creciendo. El 1% más rico de la población mundial posee más riqueza que el otro 99%. En España, las 20 personas más ricas disponen de tanto dinero como los 14 millones de personas más pobres.

De nuevo este 1º de mayo, Día Internacional del Trabajo, la HOAC y la JOC, movimientos de Acción Católica especializada en el mundo obrero y del trabajo, no permanecemos indiferentes y denunciamos esta situación inadmisible.

jueves, abril 14, 2016

Las redes sociales “virtuales” y los movimientos sociales “reales”


 “Lo que nos hace vulnerables es el miedo, la inconsciencia es lo que nos ha arruinado, de nada sirve que me enseñes más noticias, darle al “Me gusta” no nos sirve, no cambiará las injusticias, ser valiente desde casa no nos servirá de nada.”
Jorge Martí (La Habitación Roja)

Las redes sociales “virtuales” y los movimientos sociales “reales”RAFA MARTÍNEZ. Desde hace días, hay una pregunta que me ronda: ¿Por qué, ante las diversas situaciones que estamos viviendo últimamente (desahucios, precariedad y explotación laboral, paro, corrupción…) , y en concreto, ante esta última y flagrante injusticia del acuerdo entre la Unión Europea y Turquia, no estamos haciendo nada? ¿Cómo es que ante la guerra de Siria y la situación inhumana que sufren miles de refugiados, la sociedad no se ha echado a la calle, a plantar cara a estas medidas injustas, que van en contra de los Derechos Humanos?

     Hace unos años, con la amenaza de una guerra injusta e ilegal encima, muchas personas participamos en unas movilizaciones sociales impresionantes por el “No a la guerra”. Ahí íbamos, codo con codo, personas con diferentes ideologías y credos,  que pensábamos que las cosas no iban por el buen camino, y que había que hacer algo para cambiar nuestra sociedad.

     Es verdad que la eficacia de esas movilizaciones no fue mucha, y los ataques se llevaron a cabo, hubo miles de víctimas, y las sigue habiendo;  y que los que pensaban enriquecerse y sacar beneficios, ahora son más ricos, aunque no creo que más felices.  Pero esos movimientos nos hicieron pensar que era posible, que la sociedad se estaba movilizando, que las cosas podían cambiar. Porque éramos capaces de confluir, de mirar hacia los objetivos comunes y de aportar cada uno desde su militancia.

     Después vino el 15M, y todo lo que supuso de esperanza y movilización. No se trata de hacer historia ni de entrar en detalles, y mucho menos de sentirnos nostálgicos.

     Pero, ¿por qué ahora no? ¿Todas aquellas personas que pensamos que otro mundo es posible, dónde estamos? Muchos seguimos siendo militantes en distintos movimientos y causas, pero no nos hacemos visibles ni somos capaces de aunar esfuerzos y voluntades.

     Una trampa concreta en la que hemos caído, son las redes sociales. No dudo de su utilidad para difundir noticias, ideas y opiniones. Está claro que son un instrumento necesario, en el que los movimientos sociales deben estar presentes. Pero el problema es que muchos nos conformamos con protestas virtuales o  firmar en páginas on-line. Le damos al “me gusta”, ahora incluso le podemos dar a “me enfada”, pero no pasamos de ahí. Difundimos  imágenes con mensajes que nos hacen reír o llorar, que muchas veces dan en el clavo o muestran ideas excelentes, pero de ahí no pasamos.

    Es necesario volver a tejer redes reales, que nos permitan salir de nuestro individualismo, ese que la ideología capitalista ha conseguido hacer cultura. Y para eso es necesario mirar menos la pantalla del ordenador, tablet o móvil, y mirar más a los ojos de las personas que nos encontramos en nuestro día a día.

     Recuperar juntos la esperanza de que las cosas pueden cambiar, porque se pueden hacer de otra manera. Se puede trabajar por la justicia, construyendo justicia en nuestras relaciones con los demás. Se puede trabajar por la solidaridad, viviéndola en nuestros ambientes, en el trabajo, en la familia. Pero es necesario salir a la calle, juntarnos con más gente a la que no le gusta lo que está pasando, sin perder la mirada global, pero trabajando localmente.  Es una tarea de todos y todas, grande y difícil, pero a la vez apasionante y en la que nos jugamos el futuro de la humanidad.

      En esa tarea, desde hace tiempo, estamos empeñadas las personas militantes de la HOAC. Intentando vivir y mostrar experiencias concretas que traigan otra forma de pensar, sentir y actuar, desde la comunidad, desde los principios que nos enseñó Jesús de Nazaret. Y, por supuesto, siempre al lado de todas aquellas personas que sufren y de todas aquellas personas que intenten hacer un mundo diferente, más humano.

     Porque, como dice el Papa Francisco en el mensaje en la 48 Jornada Mundial de Comunicaciones Sociales, no hay que tener miedo de hacerse ciudadanos del mundo digital; siempre “Que nuestra comunicación sea aceite perfumado para el dolor y vino bueno para la alegría. Que nuestra luminosidad no provenga de trucos o efectos especiales, sino de acercarnos, con amor y con ternura, a quien encontramos herido en el camino…. Una Iglesia que acompaña en el camino sabe ponerse en camino con todos.”



miércoles, abril 13, 2016

Nuestra opinión en papel


"REFUGIADOS, NUESTRA HUMANIDAD EN CUESTIÓN"

     ¿Cómo es posible que una de las comunidades más ricas y prosperas del planeta, cuna de civilización y de humanidad, donde habitan más de 500 millones de personas, sea incapaz de organizarse y acoger como es debido a 1 millón de refugiados? 

     La solución encontrada al “problema de los refugiados” ha sido la de lavarnos las manos, mirar para otro lado, pagar para que otros ejerzan, y en el mejor de los casos, la acogida, la misericordia y la solidaridad personal e institucional de la que solo nuestro corazón es responsable… El olvido práctico de la fraternidad nos destroza porque los refugiados, cada uno de ellos, son “uno de los nuestros”. Todo ser humano es “uno de los nuestros”, sobre todo quienes se encuentran en situación de debilidad y mayor necesidad.

     El desgobierno en lo institucional y la indiferencia en lo personal están agravando dramáticamente la vida de millones de personas y nos señala directamente como responsables, pues como subraya el Papa Francisco, «la indiferencia y el silencio abren el camino a la complicidad cuando vemos como espectadores a los muertos… Sea de grandes o pequeñas dimensiones, siempre son tragedias cuando se pierde aunque sea solo una vida" (Mensaje de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. 17-1-16) e insiste en que es imprescindible “romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo” (Misericordiae vultus, 15).

     Lo que muestra la situación de los refugiados en Europa (aunque no solo en Europa y no solo la de los refugiados, sino también la de los emigrantes) y las políticas “criminales” de cierre de fronteras y de criminalización de las personas que se ven en la necesidad de huir, es la profunda crisis moral que vivimos. Tanto en la debilidad de las respuestas a las causas estructurales de las migraciones y de los refugiados, como en las dificultades personales y estructurales que ponemos para acogerlos, se comprueba la profundidad de esa crisis, que viene provocada por el olvido de la fraternidad, de la común humanidad que nos hermana. Necesitamos recomponer la fuerza de la moral en nuestras vidas, la fuerza de la fraternidad, en lo personal y en lo social. Sentir así, pensar así, actuar así… es lo que nos puede ayudar a recomponer la capacidad moral, que hacemos posible cuando respondemos compasivamente al sufrimiento de los otros. Quienes, personas o grupos, sí actúan así nos muestran el camino que necesitamos recorrer, lo que necesitamos convertir en criterio de funcionamiento de nuestras sociedades pues sin fraternidad, sin misericordia, la vida se hace inviable, se instala la cultura del descarte, de la desconfianza y de la desigualdad, donde los pobres no tienen futuro. La pregunta es si estamos dispuestos a asumir lo que supone, porque la misma falta de fraternidad nos hace verlo como «costes», cuando en realidad son oportunidades de crecer en humanidad.

     Particularmente en Europa es esencial avivar la convicción moral de que sin la fraternidad, la libertad y la igualdad son inalcanzables. Todo ciudadano europeo cualquiera que sea su condición, cada comunidad de las que componen este singular espacio común, tenemos la responsabilidad de aportar para construir la fraternidad que necesitamos. Sin embargo, muy especialmente los cristianos, la comunidad cristiana y todas las comunidades cristianas, estamos urgidas a prestar en nuestra sociedad el servicio de ser testigos vivos de esta certeza, desde la convicción de que “acoger al otro es acoger a Dios en persona” (Mensaje de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. 17-1-16) y que por el contrario no hacerlo es rechazar a Dios en persona.


Miguel Salinas Donaire
Militante HOAC Granada
Publicado en Ideal de Granada (12/4/16)

martes, abril 12, 2016

Nuevo Gesto de Denuncia y Solidaridad de la Hoac de Granada

    
 La HOAC de Granada ha celebrado este domingo 10 de abril 2016 el gesto de solidaridad y denuncia contra la precariedad laboral dentro de la campaña "por un trabajo dignos para una sociedad decente" de forma conjunta con la comunidad de la parroquia de Montserrat de la capital. 

     Antes del inicio de la Eucaristía, como hacemos habitualmente, repartimos unas octavillas que son leídas en el atrio y donde se explica en qué consiste un trabajo precario o la situación de paro y qué consecuencias tiene la realización de este trabajo indigno, terminando con la llamada del papa Francisco animándonos, a comprometernos cada uno desde su realidad para que haya trabajo para todos, porque donde no hay trabajo se pierde la dignidad. A continuación celebramos la Eucaristía presidida por el consiliario y girando todo ella en torno a la toma de conciencia de las causas y consecuencias que tiene la falta de trabajo o el trabajo precario. 

     Cuando se pone en lugar de la primacía de la persona, el dinero, el capital, el ser humano es instrumentalizado y considerado como una mercancía más, que se puede despreciar y excluir cuando no sea rentable. Como cristianos no podemos mirar hacia otro lado y hemos de comprometernos en la construcción de un mundo más justo y más humano, donde el trabajo esté al servicio de la persona y de las familias. En todas las Eucaristías que venimos celebrando por las distintas parroquias animamos e invitamos a que se formen grupos, que conozcan y profundicen la doctrina social de la Iglesia para poder responder en coherencia con la fe, a los problemas que hoy está sufriendo el mundo obrero.

















lunes, abril 11, 2016

Contra qué y con qué luchamos

 Evangelio en la calle


La Carta a los Efesios en el cap. 6, vers. 11-17 describe el mal en el mundo de entonces como una realidad innegable. Lo hace con las imágenes propias de la época y así habla de las acechanzas del diablo, de los principados, potestades y dominadores de las tinieblas, de las flechas incendiarias del maligno y del espíritu del mal. Hoy podríamos hablar de la lógica mercantilista, de la gigantesca concentración del poder económico, del dominio inmisericorde de la banca, de la especulación financiera, de las leyes contra el obrero etc. Lo cierto es que existe mucho mal en el mundo más amplio y en nuestro pequeño mundo.

Pero la intención más clara de estos párrafos de la Carta es referirse de inmediato a la resistencia y lucha que los efesios han de plantear contra esas fuerzas del mal, utilizando “las armas que ofrece Dios”. Merece la pena que veamos el texto literalmente: “Por esto, recibid la armadura de Dios, para que podáis resistir en los momentos adversos y superar todas las dificultades. Manteneos en pie, ceñidos vuestros lomos con la verdad, revestidos con la coraza de la rectitud y teniendo calzados los pies, prontos para anunciar el evangelio de la paz. Empuñad en todas las ocasiones el escudo de la fe, con el cual podáis inutilizar los dardos encendidos del maligno. Tomad también el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (13-17).

Siguiendo la vestidura del soldado romano, Pablo habla de la verdad contra toda mentira, de la rectitud ante el fraude (veinticuatro horas de honradez, decía Rovirosa), del anuncio del Evangelio que es portador de paz, de la fe como adhesión a Cristo (que nos impide adorar otros ídolos) y, finalmente, de la salvación que nos mantiene la lucidez y de la espada del Espíritu que es la palabra viva de Dios.

Éstas son nuestras armas antes y ahora. No pueden ser la mentira, las ansias de dinero, la adhesión a una ideología para encaramarnos más arriba. Ni pensar alegremente que el mal solo se encuentra en los otros.

¿Contra qué y con qué luchamos?


Antonio Hernández-Carrillo
 "TU" número 169